Esta es la historia de un soldado. Este soldado no era cualquiera, se
llamaba Oliver, también era conocido como Snake. Él era de
infiltrarse en cualquier lugar. Un día el gobierno de los Estados
Unidos le pidió que se infiltre en una base soviética y rescatase
al científico conocido como Asrriel.
Él
sabía que esta misión no iba a ser nada fácil, así que necesitaba
ayuda. Recurrió a mí porque yo por aquel entonces era el mejor
hacker del mundo. Unos días después comenzamos los preparativos
necesarios para infiltrarnos en la base y, cuando terminamos de
prepararnos, partimos rumbo a Rusia.
Cuando llegamos, me quedé en mi camioneta que había dejado a 100
km. de la base. Desde allí le tendría que informar a Snake sobre
las rutas que seguirían los guardias y las zonas donde habría
cámaras.
Snake
logró entrar en la base por uno de sus costados. Una vez dentro del
lugar, se fue encargando de los guardias uno por uno, enfrentándolos
a golpes. Cuando llegó a la puerta que le daría acceso a la zona de
celdas vio una de ellas cubierta por un vidrio opaco y a la izquierda
vio otra donde logró notar que se encontraba el científico
Asrriel.
Asrriel le contó Snake que allí hacían experimentos de todo tipo y
que lo habían encerrado con otra persona con la que, al cabo de unos
días, se volvieron amigos. Al poco tiempo se lo llevaron a la celda
oscura del lado y desde ese día no lo vio nunca más.
Cuando el científico terminó su historia Snake me preguntó por un
intercomunicador por qué no había abierto la celda donde estaba
Asrriel. Yo le dije que era imposible, que la única forma de hacerlo
era abrir todas las puertas de la base y él inmediatamente me pidió
que lo hiciera. Cuando lo hice, comenzaron a sonar las alarmas de la
base. Apenas salieron de la zona de celdas se encontraron rodeados
por soldados soviéticos y en ese momento mis cámaras y el
intercomunicador dejaron de funcionar. Cuando volvieron a andar le
pregunté a Snake qué había sucedido. Él me dijo que un tipo de
luz había matado a todos los guardias y yo le respondí que saliera
inmediatamente de ahí. Cuando los tres nos juntamos en Estados
Unidos pactamos no hablar sobre lo sucedido en la base. El gobierno
le pagó a Snake lo prometido, él me dio mi parte y a partir de ese
momento seguimos cada uno por su camino.
Nicolás Caglieri y Maximiliano Lasso.Tercero
C.
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