miércoles, 2 de noviembre de 2016

S y H.



Esta es la historia de un soldado. Este soldado no era cualquiera, se llamaba Oliver, también era conocido como Snake. Él era de infiltrarse en cualquier lugar. Un día el gobierno de los Estados Unidos le pidió que se infiltre en una base soviética y rescatase al científico conocido como Asrriel.
Él sabía que esta misión no iba a ser nada fácil, así que necesitaba ayuda. Recurrió a mí porque yo por aquel entonces era el mejor hacker del mundo. Unos días después comenzamos los preparativos necesarios para infiltrarnos en la base y, cuando terminamos de prepararnos, partimos rumbo a Rusia.
Cuando llegamos, me quedé en mi camioneta que había dejado a 100 km. de la base. Desde allí le tendría que informar a Snake sobre las rutas que seguirían los guardias y las zonas donde habría cámaras.
Snake logró entrar en la base por uno de sus costados. Una vez dentro del lugar, se fue encargando de los guardias uno por uno, enfrentándolos a golpes. Cuando llegó a la puerta que le daría acceso a la zona de celdas vio una de ellas cubierta por un vidrio opaco y a la izquierda vio otra donde logró notar que se encontraba el científico Asrriel.
Asrriel le contó Snake que allí hacían experimentos de todo tipo y que lo habían encerrado con otra persona con la que, al cabo de unos días, se volvieron amigos. Al poco tiempo se lo llevaron a la celda oscura del lado y desde ese día no lo vio nunca más.
Cuando el científico terminó su historia Snake me preguntó por un intercomunicador por qué no había abierto la celda donde estaba Asrriel. Yo le dije que era imposible, que la única forma de hacerlo era abrir todas las puertas de la base y él inmediatamente me pidió que lo hiciera. Cuando lo hice, comenzaron a sonar las alarmas de la base. Apenas salieron de la zona de celdas se encontraron rodeados por soldados soviéticos y en ese momento mis cámaras y el intercomunicador dejaron de funcionar. Cuando volvieron a andar le pregunté a Snake qué había sucedido. Él me dijo que un tipo de luz había matado a todos los guardias y yo le respondí que saliera inmediatamente de ahí. Cuando los tres nos juntamos en Estados Unidos pactamos no hablar sobre lo sucedido en la base. El gobierno le pagó a Snake lo prometido, él me dio mi parte y a partir de ese momento seguimos cada uno por su camino.

Nicolás Caglieri y Maximiliano Lasso.Tercero C.

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