Mi prima, Sofía, y yo fuimos a la casa de una amiga que cumplía nueve años. En
la fiesta había un gran pelotero con
forma de tobogán. Todos los chicos lo disfrutamos mucho porque al final del
pelotero había un gran arenero.
En una de las tanta
veces que mi prima se subió al pelotero, se le rajó el pantalón. Fue tan
gracioso que todos nos echamos a reír porque a ella no parecía importarle
demasiado el incidente.
Entonces le pregunté:
―¿Sofi, no te diste cuenta de que se te
rompió el pantalón?
―Sí,
Mica, pero no importa, en casa tengo otro.
―¿Y
a quién podemos llamar para que te traiga un pantalón? Porque ese está todo roto.
En eso una mamá, Rafaela, que estaba sentada a la
orilla del pelotero nos dijo:
―Yo
tengo un pantalón corto para prestarte, Sofi.
Así
que ella corrió al baño a cambiarse, pero con la mala suerte de que el pantalón
era demasiado apretado y no le permitía caminar muy bien.
Sofi pasó el resto del cumpleaños sentada en el
arenero. Recuerdo que esa tarde me dijo que no iba a subir más al pelotero y
nos quedamos sentadas en el arenero hasta que vinieron a buscarnos.
Micaela Urbano 2D
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