Mi anécdota
Cuando tenía 6 o 7 años vivía en Argüello con mi mamá y mis
hermanos Joaquín, Simón y Pía.
El 17 de agosto, que fue el día del niño, fue mi mejor día. Vino
mi tía con su familia, Alan, Alma, Noe y Dana, y a todos nos regalaron algo. A
mí me regalaron un fútbol y un pantalón, nos pusimos a jugar todos muy
contentos. Ese mismo día mi papá nos llevo al río, íbamos escuchado música. Después
de una hora llegamos al puente negro, allí pasaban unos chicos llevando
motocross y nosotros estábamos pescando.
―¿Quién quiere té? ―peguntó mi papá.
―¡Nosotros! ―respondimos.
Tome el té y me di cuenta de que me dolía mucho el estómago. Me
llevaron al médico y allí me dijeron que me tenían que operar porque tenía apendicitis.
Yo estaba triste porque no quería que me operaran.
Al rato vino la doctora y me aseguró que iba a salir todo bien.
Finalmente me operaron. Después me desperté y mi mamá me dijo que había estado
dormido muchas horas. Cuando volvía a ver a la doctora, me comentó que en una
semana me iban a dar el alta. Pasó la semana y salí del hospital.
Mi papá me estaba esperando afuera, me llevó a mi casa y ahí todos
me estaban esperando en la puerta. Yo estaba muy contento porque nunca me
habían sorprendido así. En mi casa, mi mamá me llevó a la cama y me dijo que
tenía que hacer reposo por unos días.
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