Una mañana, con Priscila y Sofía, fuimos a
acampar al Bosque Secreto, así lo llamaban muchos. Decidimos ir a
pasar una semana allí.
Al
llegar caminamos algo y fuimos a recorrer el bosque. De pronto, entre
medio de los árboles, vimos una casa que parecía estar abandonaba.
“¡Entremos!” dijo Priscila, pero ya oscurecía y sentimos miedo
de entrar.
Al
pasar los días, por planes que teníamos, nos olvidamos de esa casa.
Pero el séptimo día, justo antes de regresar, decidimos quedarnos
unos días más para poder saber qué pasaba en aquella casa que
tanta intriga nos había dejado.
La
mañana siguiente al levantarme conversé con Priscila y Sofía para
decidir si íbamos o no a investigar esa casa.
―¡Vamos! ―dijo
Sofía, y caminamos una hora hasta llegar al lugar.
―¡Sí, tomemos
coraje! ―
les dije.
Al
entrar vivimos siete duendes alrededor de una olla gigante. Confusas
y asustadas, vimos cómo cada duende metió líquidos extraños en
esa inmensa olla.
Uno
de ellos, al vernos, se asustó y gritó: “¡humanos!”.
Aterrorizados tiraron la olla y , al caer, esa poción salpicó a
Sofía. En segundos empezó a transformase en rana, gusano,
cucaracha, hasta llegar a una bella mariposa que salió volando por
una ventana. Corrimos hacia el bosque en busca de ella.
Al
atraparla la llevamos con los duendes para que vuelva a su
normalidad. Ellos rápidamente hicieron una poción y se la dieron
para que la bebiera. Al pasar unos minutos Sofía volvió a su
normalidad y felices regresamos a nuestros hogares.
Sofía Ledesma y Lara Pérez.
Tercero
C.
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