miércoles, 2 de noviembre de 2016

Florcita.


Yo soy Florencia Miscouski, hija única del doctor Miguel Ángel Miscouski y la señora Laura Cardeilhac. Todos los veranos de mi niñez acostumbrábamos a salir de vacaciones a San Carlos de Bariloche y nos hospedábamos en el hotel Llao Llao.
Años después elegí volver a aquel lugar para recordar a mis padres que ya no estaban. Al llegar al majestuoso hotel, me embargó la nostalgia y decidí caminar hasta la orilla del lago Nahuel Huapi para visitar el lugar favorito de mi niñez. Encontré el viejo tronco petrificado y recordé las horas que allí sentada pasaba mirando el impactante paisaje.
Unas lágrimas cayeron de mis ojos y la nostalgia se apoderó de mí, caí de rodillas en la arena y lloré desconsoladamente como una niña de diez años. ¡Cuánta soledad, cuanto dolor!
Mientras daba rienda suelta a mis emociones sentí que una caricia en mi cabeza interrumpía ese momento. Volteé para ver quién era y me encontré con una joven niña de ojos pardos que me dijo:
―¡No llores! ¡Todo va a estar bien!
―¡Gracias! ¿Quién eres? ―pregunté.
―Yo soy Florcita, todos los veranos venimos a vacacionar con mis padres y este es mi lugar favorito.
Sequé mis lágrimas y pude ver nítidamente su rostro, mi rostro, ¡yo era aquella niña!
Le expliqué quién era yo y un poco dubitativa me pidió que le contara qué había pasado en el transcurso de los años vividos hasta el presente. Nos sentamos una junto a la otra, tomadas de la mano. Al terminar mi relato, ella comenzó a saltar y a bailar, mientras gritaba:
―¡Soy una niña feliz porque logré ser una gran mujer!
Anochecía a orillas del gran lago y en la penumbra vi desaparecer la figura de aquella entusiasta niña. Me reconforta saber que había cumplido las expectativas de la pequeña Florcita.
Florencia Birollo. Tercero C.

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