miércoles, 2 de noviembre de 2016

La princesa en la casa.


Mi nombre es Milena Gauna y desde que nací me encerraron en una casa, pero nunca entendí por qué. Vivía sola, pero me había criado un hombre al que le decían “mudo” porque casi no hablaba. Pasaban los días, los meses y no podía comprender por qué me habían dejado en esa casa.
Un día llegó la bruja Esmeralda y me dio el diario de los 16 años, era el libro de los hechizos. En ese momento comprendí que siendo pequeña me habían hechizado. El diario decía que tenía que cumplir los 16 años para que un príncipe llegara a buscarme y me diera el beso del verdadero amor, de esa manera podría salir de la casa. Pero había una restricción: él tendría que entrar a la casa, yo no podía salir de ella. Me había emocionado tanto con esta noticia… Al fin iba a poder salir de la casa, solo faltaban dos días para cumplir 16 años.
Al llegar la noche Julián, el príncipe del pueblo de San Luis, había llegado a la casa. Me asomé por la ventana de la habitación y vi que cuando el príncipe iba entrando apareció el mudo, le tiró una hoja verde del árbol más duro que encontró y le advirtió:
―Tienes que luchar con ella por 12 horas para poder llegar a la princesa.
Desde mi ventana veía que él estaba luchando con la hoja en sus ojos, tratando de arrancarla de su cara. Lo esperaba ansiosa. Después de luchar contra la hoja por horas, logró quitársela. Antes de que el príncipe llegara a mí, yo ya había salido de la casa. Estaba tan emocionada por tener que darle el beso que salí de la casa antes de que él entrara. Sin embargo, no pasó nada de lo que el diario había anunciado.
Recordé que el diario decía que recién al anochecer se cumpliría el hechizo que la bruja Esmeralda les había realizado a mis padres antes de que naciera. Pasaban las horas mientras el príncipe me mostraba el pueblo en donde él vivía. Yo no paraba de pensar en lo que había leído en el diario. Finalmente, al anochecer, me convertí en una lagartija de todos colores. Yo sentía que me iba haciendo cada vez más pequeña y veía a las personas desde muy bajito. Escuché que Julián gritaba: “¡una lagartija!” y tiraba escobazos, pero no lograba pegarme. Allí había comprendido todo: el hechizo era de verdad.

Gauna Milena y Liria Axel. Tercero C.

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