La rosa.
En el
interior de la actual provincia de Misiones, en Argentina, después
de la llegada de los españoles, vivía la tribu de los guaraníes.
En esa tribu vivía una joven a la cual llamaron Anahí. La chica era
muy delgada, pelo muy negro y le gustaba mucho ir a la tarde a
recostarse en la hermosa flora de su tierra.
Ella se
tardaba todos los días una hora haciéndose un bello peinado que
parecía una flor con forma de rosa. Amaru, su padre, soñaba que
ella se casara, entonces buscó un hombre para ella.
Una
tarde que la sorprendió recostada le dijo:
-Flor de
mi vida, yo te he traído aquí un hermoso hombre con el cual te
casarás.
-Pero,
papá, yo no quiero casarme, quiero vivir mi vida tranquila, como
hacen las flores que siempre están en el mismo lugar y no tienen
obligaciones ni compromisos –dijo Anahí
-No me
importa lo que digas, es más, mañana mismo será la boda. Aparte
mirá este apuesto hombre de la tribu wichis –dijo el padre.
Ella se
quedó con el prometido Tupaq y allí tuvieron una pequeña
conversación:
-Buenas
tardes, quería decirte que conmigo vivirás una buena vida. Ojalá
puedas acostumbrarte a mi vida. Yo haré todo por ti -dijo Tupaq.
Al otro
día fue la boda. ¡Fue hermosa! Pero como todos los días, Anahí
fue a recostarse. Ese día un bicho la picó. Una amiga la encontró
y de inmediato la llevaron a una bruja del pueblo. Ella dijo que le
quedaban pocos días de vida.
Al pasar
los días, todos los del pueblo la llenaban de besos y abrazos.
También su piel se ponía cada vez más verde. Ella no veía las
horas de irse a recostar al pasto. El último día de vida, pidió a
su padre que la llevara como fuera al pasto. La llevaron y ahí ella
murió. Se fue haciendo más chiquita y enterrándose se hizo una
bella, bella flor. Su pelo se puso rojo y su cuerpo más verde de lo
que era, pues allí nació una hermosa rosa.
Julieta
Carrizo, 1° B
Luchar
por un verdadero amor
Hace
muchísimos años, en la región que hoy lleva el nombre de Córdoba,
vivían una bella doncella de nombre Eugenia y un joven guerrero
llamado Darío. Ambos se amaban y pensaban casarse en primavera
cuando en el cielo brillara la luna llena.
El día
del casamiento Tupá, el jefe de la tribu, vio a Eugenia mientras
ella recogía flores blancas para adornar su vestido. Quedó
deslumbrado por su belleza y quiso que la doncella fuera su esposa.
Ordenó,
entonces, que el joven guerrero marchara con su ejército a atacar
una tribu vecina. Darío, al conocer las verdaderas intenciones del
jefe, desobedeció y en vez de ir a la batalla, buscó a su amada y
huyeron juntos. Perseguidos por los miembros de la tribu, corrieron
por mucho tiempo, hasta que ella se desmayó por el cansancio. Darío
rogó a Yaguatí que evitara de alguna forma que se llevaran a su
amada y que les permitiera estar juntos eternamente.
Cuando
los perseguidores llegaron a ese lugar, se sorprendieron al ver que
no había más rastros de los fugitivos y al encontrar en el camino
una estatua de piedra que representaba a un joven guerrero abrazando
a una bella doncella.
En la
primavera, en las noches de luna llena, brotan hermosas flores
blancas alrededor de la estatua.
Milagros
Lencina, 1° B
No hay comentarios:
Publicar un comentario