El amor
que nunca llegó.
Cuenta
la leyenda sobre dos adolescentes en la época de los cincuenta, en
París, que se amaban mucho. Su amor empezó desde muy chicos y así
perduró hasta su adolescencia pero sus padres prohibieron la
relación entre ellos. Él era un chico humilde y los padres de ella
eran de clase alta. Por ese motivo no querían que estuvieran juntos.
Ellos decían que Leonardo no estaba a su altura, pero María no
pensaba igual que sus padres. Su amor hacia él era muy sincero.
Todas las tardes se encontraban a escondidas en la plaza y
conversaban:
-Leonardo,
mis padres prohíben lo que sentimos nosotros.
-Pero,
María, nuestro amor es muy sincero y verdadero.
-Entiende,
Leonardo, lo siento mucho dijo María y salió corriendo. Él la
persiguió. Ella se subió a la carreta y se fue. Él empezó a
llorar y a gritarle:
-¡No te
vayas, María, por favor!!!
-No soy
yo, Leonardo, son mis padres, perdóname.
-¡Acuérdate,
María, yo todas las tardes estaré aquí esperándote!
Esa
misma tarde María se mudó a Argentina por treinta años y por
treinta años, Leonardo iba a la plaza a esperarla, pero ella nunca
volvió. Él al tiempo falleció por depresión y soledad.
Cuando
ella volvió, fue tarde. Lo que había pasado era que, cuando ella se
fue, estaba embarazada y en esos treinta años creció su amada hija
Natalia que, cuando murió su padre, tenía veintinueve años. Las
dos juntas fueron a la plaza y vieron que había crecido un hermoso
árbol. Natalia dijo:
-Mira,
mamá, un árbol en este lugar.
-Sí,
hija, es tu papá y su amor que nos cuida.
Años después falleció María y en la plaza volvió a crecer un
árbol que se enredó con el otro formando un corazón y allí es
donde va todas las tardes Natalia a estar en paz con sus padres bajo
esos árboles que simbolizan su amor y felicidad eterna.
Catherine
Cáceres, 1° A
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