sábado, 4 de junio de 2016

Jacinto y su miel.

Jacinto y su miel.

Hace muchos años, en Córdoba, vivía un señor llamado Jacinto.
Un día llegó un hombre de Estados Unidos que le dio de probar un poco de miel. Jacinto quedó fascinado con la miel que había probado. Ellos hicieron un pacto que consistía en que los dos viajarían por el mundo dándole de probar a la gente pobre un poco de miel.
El viaje comenzó por Uruguay, luego por Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, hasta llegar a Groenlandia.
Al terminar su recorrido, dos empresarios de golosinas quisieron comprarle su receta pero con la condición de que ellos dejaran de fabricarla. Ellos sin pensarlo, les dijeron que no porque si no podían fabricarla no podrían regalarla a los pobres. Los empresarios enfurecidos les dijeron que se iban a arrepentir de no venderles su receta.
Unos días después, Jacinto iba caminando tranquilo hasta que aparecieron tres hombres en un auto y lo secuestraron. Lo llevaron a un galpón y cuando entró se encontró con los dos empresarios que querían comprar su miel. Uno le preguntó:
-¿Me vendés tu miel? –pero Jacinto enfurecido respondió:
-¡No! Nunca voy a vender mi miel.
Como Jacinto no quiso aceptar la propuesta, los empresarios lo encerraron en una pieza por meses sin comida ni agua. Un día cuando entraron no encontraron a Jacinto, pero hallaron un pequeño insecto amarillo con rayas negras que tenía dos pequeñas alas que le permitían volar y un aguijón.
Ese mismo día, el pequeño insecto se comió la miel que había dejado preparada un día antes de que lo secuestraran. Al ver que no había más miel, el bichito buscó la forma de hacer su propia miel.
Desde ese día se le dio el nombre de “abeja” que era el apellido de Jacinto.

Pablo Aguilar, 1° A

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