La
leyenda de las nubes.
Allá
por el año 1415, antes de la era hispánica, vivía la tribu de los
guaraníes. Dentro de la tribu se encontraba Kenio, el único hijo
del cacique. Él era un hombre muy responsable, alegre, apuesto, de
cabellera larga y negra, muy fuerte y alto.
Unos
años después, Kenio y su papá, fueron a un combate porque otras
tribus querían usurpar su territorio. Entonces el cacique mandó a
Kenio y a otros guaraníes a matar al cacique de la otra tribu. Así
los otros se arrodillarían a sus pies.
Pero no
todo salió como estaba planeado. De los quince guaraníes quedaron
vivos tres, entre ellos Kenio que estaba gravemente herido..
Días
después del combate, Kenio y el cacique fueron hasta la choza del
brujo de la tribu. Él se llamaba Kaructica y predijo que la persona
que más amaba en el mundo moriría de una grave herida y que se
convertiría en lo que más anhelaba.
Semanas
después, Kenio estaba descansando muy pacíficamente, cuando de
pronto sintió un fuerte dolor en la herida que conservaba desde el
regreso del combate. Tan fuerte fue el dolor que el hijo del cacique
se cayó y rápidamente sus primos lo llevaron al curandero del
pueblo. Este dijo que la herida estaba muy infectada y que no le
quedaba mucho tiempo. Su padre habló con su hijo casi muerto:
-Hijo
querido, he hablado con el curandero y me comentó que te queda muy
poco tiempo de vida.
-Sí,
papá, sabes que te extrañaré mucho, pero quiero que me prometas
que no sufrirás por mí porque yo estaré muy bien a donde sea que
esté.
-Tú
sabes que te extrañaré y sabes que te amo.
-Papá,
llegó la hora, siempre que te sientas solo mira arriba, siempre
estaré allí para apoyarte.
Así
finalizó la charla y luego Kenio murió. Su padre preparó su cuerpo
para el ritual de la quema. Cuando lo quemaron, sus cenizas volaron
hacia el cielo y se convirtieron en una nube blanca como la leche.
Bianca
Rodríguez, 1° A
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