El origen de la nube.
Hace mucho tiempo, a
orillas del río Paraná, Tupá estaba acostado pensando que el cielo
no era tan perfecto como él creía. Necesitaba algo más… pero
¿qué era? De tanto mirar al cielo se dio cuenta de que su hijo, el
dios sol, estaba dormido y al estar dormido no daba calor. Tupá le
gritó para despertarlo pero esto no sirvió de nada. Él seguía
así, en su estado de sueño, como si no pensara despertar.
Horas más tarde, Tupá
olvidó el asunto del dios sol porque llevaba puesto su mejor abrigo
de piel de oveja, así es que decidió tomar un baño en el río. Se
despidió de su abrigo y brincó al agua. Sólo pocos segundos
hicieron falta para que Tupá se resfriara. Su nariz estaba
congelada, sus pies blancos, y de repente su cabeza empezó a doler
mucho. Todo lo que Tupá vivió en ese momento lo obligó a
estornudar. Sus estornudos eran tan fuertes que una “bola de humo”,
como él la llamó, salió de su nariz y golpeó al dios sol quien
despertó al instante y se asustó al ver que tenía un acompañante
en el cielo. Le gritó a Tupá para que viera a su compañera. Él,
ya curado por el despertar del sol, miró a su creación y dijo:
“Creo que la llamaré Nube”.
Al pasar los años, ella
empezó a ser venerada por los hombres como “la diosa Nube” o “la
señora de las cosechas” ya que las ayudaba a crecer. Cuando ella
no existía, las cosechas no crecían tan rápidamente.
Celeste Sosa, 1° B
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