lunes, 14 de noviembre de 2016

Una tarde de desilusiones.




Hace mucho tiempo, cuando tenía seis años, mi familia y yo nos fuimos al centro comercial a comprar ropa. No quería nada, sólo ir a los juegos.
                Cuando llegamos estaba aburrido porque no quería comprar ropa. Mi mamá se dio cuenta y me dijo:
                ¿Por qué estás triste?
                Porque quiero jugar.
Bueno, cuando terminemos nos vamos a los juegos.
                Me sentí tan feliz que esperé todo el tiempo y más tarde mi mamá me dijo: “ya que terminamos, vamos a los juegos”.
Estábamos por llegar y sentí ganas de ir al baño. Decidí ir sin  decirle a nadie y cuando volví ya no los encontré. Estaba a punto de llorar, no porque no había nadie, sino porque no pude ir a jugar. Me quedé sentado casi 15 minutos en el mismo lugar, hasta que una empleada me preguntó:
                ¿Te perdiste?
                le dije llorando.
                Vení, te ayudo a encontrarlos.
                 Entonces me llevó a la seguridad del shopping. Cuando llegué me hicieron preguntas para ayudarme, después con el micrófono llamaron a mis padres y ellos llegaron al instante. Estaba feliz y finalmente pude ir a los juegos.

Giovany Marulanda 2D

Una noche de peligro.




                Una noche, cerca de las 2 estaba acostada escuchando música. Mi mamá estaba en su pieza con mis hermanas y su marido.
                Pasaron unos minutos cuando sentí que en el patio de nuestra casa alguien corría. En ese momento me levanté muy rápido y le avisé a mi mamá, Nancy. Ella llamó a su marido y se levantaron los dos a mirar por la ventana. Mi mamá me dijo:
―Llamá a la policía, Cecia.
                ―No tengo el número ― le respondí.
                ―Bueno, llamá acá al posta de Lourdes, van a venir rápido.
                ―Bueno, ahora llamo. 
Llamé y en unos minutos llegaron los policías, que pasaron al patio alumbrando con una linterna. Salí a hablar con ellos, preguntaron sí había visto algo o reconocido a alguien, pero mi respuesta fue negativa. Me dijeron que volviera a llamar si escuchaba algún movimiento raro.
                Cuando entré, mi mamá me preguntó qué habían dicho y le dije que nos habían pedido que cualquier cosa volviéramos a llamar.
                Al otro día una vecina vino a mi casa, golpeó las manos y le preguntó a mi mamá si nos habían sacado algo. Mi mama conversó con ella:
                ―No, no vimos nada. Justo estábamos viendo si nos faltaba algo.
                ―Mi marido vio que por arriba de la tapia sacaron una carretilla ―comentó la vecina.
                ― ¿Ah, sí?  No me había dado cuenta de que faltaba la carretilla que era de mi papá.
                ― Ya no se puede vivir en paz, no hay que dejar nada afuera.
                ―No,  ya no se puede vivir tranquilo, muchas gracias por avisar.
                ― De nada, Nancy. Suerte, cuídense.
                ―Gracias, señora, ustedes también cuídense.
Mi vecina se fue a su casa y yo me fui al colegio pensando que todo lo que había sucedido aquella noche había sido muy extraño.

Cecia Dana González 2D

Mi primera matiné.


Hace un tiempo, dos años más o menos, estábamos organizando una matiné con Karina, en ese entonces ella era mi profesora de Lengua. Les dijimos a todos los chicos del curso que trajeran una pizza o unos panchos. La profe nos había pedido a algunos de nosotros que fuésemos más temprano para poder preparar el lugar. Mientras preparábamos los parlantes, las consolas y las luces, yo olía un aroma raro, así que le pregunté a Claudia, la cocinera, qué pasaba.
―Se quemaron las pizzas para vender durante la fiesta ―me dijo.
Yo le pregunté qué íbamos a hacer y ella me respondió:
―No pasa nada, Emi, ahora mismo la directora me va a dar plata para comprar un par de pizzas.
                Yo no me preocupé más, así que seguí acomodando los parlantes y las luces y les dije a los chicos que tuvieran cuidado con ellos porque si conectaban algo mal, cuando los prendieran, los iban a quemar. Después les dije que mejor lo hacía yo, porque los iban a romper y que era mejor que decoraran el salón con las estrellas de cartón que habían hecho los demás
                Treinta minutos más tarde me di cuenta de que me había olvidado la computadora donde tenía la música que íbamos a poner en la fiesta. Regresé a casa para buscarla y me cambié para ya estar lista para cuando empiece la fiesta.
                Llegué para preparar la mesa de afuera, allí mismo iban a estar las cosas que íbamos a vender. Estaba nerviosa, esta iba a ser mi primera fiesta sin mis papás.
                Llegó el momento de la fiesta y todos estaban bailando alocadamente. En un momento puse música electrónica para ver si se divertían un poco más. Todos hicieron una ronda,  iban pasando dos de mis compañeros al medio así competían para ver quién ganaba. Así eran ellos, muy competitivos.
Después vinieron las chicas a pedirme que les pusiera bachata (era una de sus técnicas para conquistar chicos). La cuestión es que casi todas sacaban a bailar a los chicos, pero algunos eran tímidos y  no les respondían. Mis compañeras eran muy gatas y estaban en la edad del pavo.
Pasé una muy linda noche junto a mis amigos y amigas. La excelente noticia fue que llegamos a recaudar el dinero para nuestro viaje de estudio y nuestra cena de egresados.

Emilse Guzmán 2D

Paseo en bici.




Lo que voy a contar me sucedió cuando era chica. Mis dos tías y mi mamá salieron a caminar mientras yo andaba en bici, esta era nueva.
                Mi tía Gabriela me tiró por una bajada muy grande que topaba con un vado. No había nadie en ese momento, solo nosotras.
Mi mama y Jo, su hermana menor, corrían detrás de mí para que no me cayera.
Corramos antes de que llegue al río dijo mi mamá.
¿Por qué la largaste? preguntó mi tía Jo.
¡Vos me dijiste! respondió mi tía Gabriela.
¡Mentira! dijo mi tía Jo mientras corría.
Me caí, me raspé el codo y las rodillas. Mi mamá, asustada, no sabía si enojarse. Después entendió que no había sido su intención. Yo no sabía si reír o llorar.
Llegué a casa y mi papá dijo: ”¿Qué te pasó, hija?”. Gabriela le explicó que ella me había tirado por la bajada.
Finalmente mi abuela me limpió las heridas y me dio un vaso de yogurt.

Ximena Pineda 2D

Niña Traviesa.




Voy a contarles algo que me ocurrió cuando era pequeña, tendría cuatro o tal vez cinco años. Resulta que me escondí debajo de la cama, este hecho sucedió en la habitación de mi hermana Celeste y era de noche, cerca de las nueve. Mientras tanto Rosa, mi mamá, y familiares me buscaban.
Ese mismo día la gente de mi barrio había leído en el diario que había una señora secuestrando niños. Muchos de mis vecinos me empezaron a buscar. Uno de ellos decía: “ya tenemos que buscarla, no sabemos qué puede pasar si no aparece“.
Mi mamá conversaba con mi vecina Irma:
Ya me fije debajo de la cama. ¡Ay, esa pendeja! Por lo que me hace pasar…
―Ya va aparecer, quédate tranquila ―decía mi vecina consolándola.
―No me puedo quedar de brazos cruzados, voy a llamar a la policía.
Llamaron a la policía. Mi mamá le daba la explicación de cómo había sido. El policía trató de tranquilizarla a través del  teléfono y le repitió que vuelva a fijarse en toda la casa, para ver si no estaba escondida. Mientras tanto la consolaba:
―Tranquila, señora, ya vamos para allá. Tenga paciencia y la esperanza de que la vamos a encontrar a su hija.
Después de todo esto, mi mamá se fijó nuevamente en las habitaciones. Descubrió que yo estaba debajo de la cama comiendo unas galletas y, además, jugando con las pinturas de mi hermana Celeste. Con muchísimo alivio mi padre, Raúl, llamó a la policía para cancelar la denuncia.

Rosa Comisso 2D