Érase una vez una princesa no
tan linda, que estaba encerrada en lo alto de una torre y custodiada por un
enorme dragón.
Una tarde, un príncipe y sus
compañeros estaban en el bosque cazando liebres. Después de un rato y de haber
matado unas cuantas, decidieron volver. En su regreso oyeron una voz muy dulce,
que entonaba una linda canción. El príncipe ansioso cabalgó muy rápido, llegó a
una torre y en lo alto estaba la princesa en una ventana muy chica, por eso él
no llegaba a verla.
Cuando intentó abrir una
puerta se escuchó un rugido tenebroso. El caballo se asustó, tiró al príncipe y
huyó. Pero igual entró y gritó:
-¿Dónde es que se escucha esa hermosa voz?
-Aquí estoy en lo alto. Sube las escaleras y ten cuidado con el dragón
–dijo la princesa.
De repente, una gran llama de
fuego fue lanzada hacia el príncipe. El corrió por las escaleras, pero el fuego
lo estaba venciendo y sus pierna estaba lastimada. Peleó con su espada y logró
cortarle la lengua al dragón que quedó derrotado e indefenso.
El príncipe logró subir,
abrió la puerta y allí estaba ella. Era gorda y le faltaban algunos dientes.
Ella muy contenta corrió para abrazarlo y el quedó impresionado. La abrazó y
salieron para llevarla de regreso a su castillo. La dejó en la puerta y se
marchó.
Sofía Patiño, 1° B