jueves, 29 de septiembre de 2016

Una princesa poco agraciada.




   Érase una vez una princesa no tan linda, que estaba encerrada en lo alto de una torre y custodiada por un enorme dragón.
   Una tarde, un príncipe y sus compañeros estaban en el bosque cazando liebres. Después de un rato y de haber matado unas cuantas, decidieron volver. En su regreso oyeron una voz muy dulce, que entonaba una linda canción. El príncipe ansioso cabalgó muy rápido, llegó a una torre y en lo alto estaba la princesa en una ventana muy chica, por eso él no llegaba a verla.
   Cuando intentó abrir una puerta se escuchó un rugido tenebroso. El caballo se asustó, tiró al príncipe y huyó. Pero igual entró y gritó:
-¿Dónde es que se escucha esa hermosa voz?
-Aquí estoy en lo alto. Sube las escaleras y ten cuidado con el dragón –dijo la princesa.
   De repente, una gran llama de fuego fue lanzada hacia el príncipe. El corrió por las escaleras, pero el fuego lo estaba venciendo y sus pierna estaba lastimada. Peleó con su espada y logró cortarle la lengua al dragón que quedó derrotado e indefenso.
   El príncipe logró subir, abrió la puerta y allí estaba ella. Era gorda y le faltaban algunos dientes. Ella muy contenta corrió para abrazarlo y el quedó impresionado. La abrazó y salieron para llevarla de regreso a su castillo. La dejó en la puerta y se marchó.
Sofía Patiño, 1° B

La princesa valiente.




   Había una vez una princesa que se enamoró de un príncipe desde el primer momento en que lo vio. El príncipe estaba atrapado en una torre. La princesa intentó salvarlo, pero aquella torre estaba protegida por un ogro grande, celoso y enojón. El ogro le dijo a la princesa:
-Si quieres rescatarlo tendrás que decirme el secreto del mar.
   La princesa le pidió a su madre que la ayudara, entonces la madre le dijo:
-Ve a la costa del Mar Mágico, los peces que nadan en sus aguas te lo dirán.
   Tal como su madre dijo, la princesa se subió a su caballo y cabalgó hasta la costa. Allí encontró un pez que sabía hablar.
-¿Qué buscas, princesa?
-Busco el secreto del mar, ¿me lo dirías?
   El pez le dio el secreto y sin esperar fue a buscar al príncipe. El ogro lo dejó libre, se casaron, tuvieron un hijo y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Abril Tapia 1° B

El Príncipe Encantador y Rapun-Sin-Cel.




   Érase una vez un príncipe al que, al nacer, llamaron Encantador. ¡Y sí que lo era! Todo el pueblo encontraba cada vez más repulsivo al niño a medida que crecía. Hasta que un día una princesa entendió lo que nadie sabía. Esa era una niña llamada Rapunzel.
   Un día en que ella estaba extremadamente feliz hablando con sus amigas y amigos, fue brutalmente interrumpida por su padre, quien estaba enfadado porque nuevamente era él el que debía responsabilizarse por los actos de su hija.
-Ya tienes edad para controlar y pensar mejor tus acciones, por ende también para responsabilizarte cuando no lo haces -gritó furioso él.
¿Quién sabe qué había hecho esta vez la princesa Rapunzel?, pero poco importaba porque el padre se enfureció aún más al ver la indiferencia que su hija tenía hacia lo que él le decía. Entonces…pum, pam, pum… El señor tomó todo y se lo llevó. La computadora, la televisión, la tablet, todo. La torre quedó vacía, pero cuando su papá quiso quitarle su celular, la audaz jovencita decidió que no lo obtendría sin pelea y, antes de que él pudiera llevárselo, ella marcó el primer número que vio y gritó:
-Auxilio, por favor, ayuda…
   Entonces acudió a su torre el joven al que había llamado, quien era nada más y nada menos que Encantador. Al llegar a la torre, Rapunzel le dijo:
-¿De verdad eres tú a quien llamé? Esperaba a alguien más lindo e interesante.
A lo que él respondió:
-Me llamo Encantador y vine porque me llamaste.
   La respuesta de la princesa fue una gran carcajada debido a que no entendía que alguien tan feo se llamara Encantador. “Debe ser sarcasmo”, pensó la señorita de forma despectiva, rechazando al príncipe. Pero Rapun estaba sin cel y Encantador era su única posible compañía en ese encierro.
   Y así volvemos a donde comenzó nuestra historia. Fue ella, la joven, quien descubrió por qué lo habían llamado Encantador. No era sarcasmo, ni mucho menos una broma de mal gusto. Su nombre era el adecuado porque este joven monarca era la persona más encantadora del mundo, pero como la perfección no existe, para que siga intacto el equilibrio del mundo, era necesario ponerle un rostro feo a una persona tan encantadora. “¡Si no, a Dios no le habrían cerrado los números!”, pensó ella. Ambos jóvenes se enamoraron, se casaron y gobernaron juntos el reino.
Makarena Verde, 1° B

La valentía de la princesa.




   Había una vez un pueblo muy lejano. En él vivía una valiente princesa a la que le gustaban mucho las guerras y las peleas.
   Un día se enamoró de un caballero del pueblo Muy Muy Muy Cercano. La valiente chica estaba allí justamente porque el sitio era invadido por una especie de monstruo, el que era parte unicornio, león y oso. Peleando hasta el final, el monstruo decidió llevarse al caballero de la princesa. Para recuperarlo, ella debía pasar por el “Pueblo de los Duendes”, el “Laberinto de las Flores” y por último “La Cueva del Monstruo”.
   Empezó el recorrido por el Pueblo de los Duendes. Cuando caminaba, se encontró con un duende que le dijo:
-Si me dices dónde se encuentra el tigre, te recompensaré con algo.
   Había tres puertas muy distintas, todas con caras de tigres, menos una que tenía dibujados colmillos.
-Es ésa -dijo con valentía la chica.
   El duende entreabrió la puerta y vio un magnífico tigre de bengala con dientes más brillantes que la luna.
-Toma -dijo el duende- Mi recompensa es este sombrero.
-¿Esto? ¿Y para qué me sirve? -dijo ella con cierto enojo.
-¡Te sirve para hacerte pequeña! -dijo el duende.
Ella confundida tomó el sombrero y se fue sin decir más.
   Siguiendo su aventura, se encontró con el Laberinto de las Flores, donde se equivocó muchas veces ya que el laberinto era muy confuso. Se encontró con una bella pero peligrosa flor que le dijo:
-Si resuelves la adivinanza te dejaré pasar.
 Sin más, ella decidió aceptarlo.
-¿Qué es eso que es bello pero peligroso al mismo tiempo?
La valiente princesa muy confundida se arriesgó a decir:
-Una rosa.
Sorprendida de su respuesta la flor le dijo que era correcta. Sin embargo, la flor no quiso dejarla pasar y se desató una feroz pelea, en la cual ganó nuestra princesa.
   Estando cerca ya de su amado, decidió seguir. Luego de una larga caminata, estaba frente a la Cueva del Monstruo. Sin otro desafío ni adivinanza, entró sin ningún permiso. Con el sombrero del duende se hizo muy chiquita y pasó por debajo de la puerta donde se encontraba el caballero. Pero cuando lo vio, se dio con que estaba jugando con el monstruo. El caballero le dijo:
-El monstruo se sentía muy solo así que me trajo con él.
   La valiente princesa decidió hacerse amiga del monstruo y casarse con el caballero. Vivieron muy felices y tuvieron muchos hijos parecidos a su madre.
Constanza Alfaro, 1° B

El gran discurso.




Eran las 6 de la tarde. La plaza de mayo estaba llena de gente, cámaras y grabadoras. Allí estaba Estela de Carlotto con sus 85 años y su típico pelo rubio bastante ondulado. Estaba sobre una tarima frente a un micrófono a punto de dar un gran discurso hacia una plaza repleta de gente.
            —Buenas tardes a todos los presentes. Como quizá muchos aquí ya saben, después de tanto esfuerzo juntos y meses de trabajo continuo pudimos encontrar al nieto número 119 –dijo con una sonrisa-. Estamos tan orgullosos de cada persona que nos ayuda, sea personalmente o por nuestra página de internet, ya que si todos ponemos si quiera un mínimo granito de arena podemos cambiar todo esto y ayudar a tantas familias que aún buscan a alguien –comenzó a disminuir su sonrisa dejando a la vista unos ojos tristes-. Obviamente, esto aún no ha terminado, ya que nos faltan 381 nietos por encontrar –suspiró- ¿Se imaginan esa cantidad de pequeños? Aunque ahora ya deben rondar entre los 35 y 40 años. Algunos morenos, otros rubios, hasta colorados podría decir. Todos ellos sin su verdadera identidad. ¿No pueden si quiera pensarlo, verdad? Por ejemplo, imaginen esta plaza totalmente repleta de las familias de las 381 personas afectadas. Sus madres, padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, sobrinos, cuñados. Todos aquí presentes ¿Es una locura cierto? Esta plaza tiene casi 20.000 m², es muchísimo, y a pesar de eso estaría repleta. Todos los integrantes de cada familia unidos por una misma causa: lograr que se cumpla el derecho a una identidad –levantó su tono de voz-. Y por cada una de esas familias yo juro que vamos a luchar hasta encontrar cada nieto robado en esa horrible época y a devolverles su verdadera identidad.
         Comenzaron todos a aplaudir, algunos con ojos llorosos, otros furiosos por la indignación, cada uno con sus emociones. Pero nunca dejando de pensar en dichas personas que ahora no conocen nada de su verdadera esencia y quién sabe si algún día lo harán. Aunque, como dicen, la esperanza es lo último que se pierde.

Rocío Ramos
Jazmín Valdivia