jueves, 29 de mayo de 2014

El negocio de la trata.



El negocio de la trata.

     La trata de personas es una forma de esclavitud que involucra el secuestro, el engaño y la violencia. Sus fines son diversos: la adopción ilegal, la mendicidad organizada, el tráfico de órganos, la explotación sexual, entre otros.
     Los delincuentes logran retener a las víctimas con amenazas como “si no trabajás para nosotros, tu familia la va a pasar muy mal”, o “si no venís te quemamos la casa”. Esto trae como consecuencia que las víctimas pierdan su libertad, las violen y las alejen de sus familias. Asimismo, éstas sufren problemas psicológicos, físicos y mentales.
     Cabe destacar que nuestro país cuenta con una ley en contra de la trata de personas y, además, existe una organización que protege a las víctimas.
     Por último, y no por ello menos importante, es necesaria una tarea de prevención para combatir este problema, ya que la trata de personas afecta a toda la población mundial y la medida más efectiva para combatirla es trabajar en políticas de estado que permitan revertir las condiciones sociales y económicas que llevaron a determinada persona a convertirse en vulnerable frente a este delito.

Emanuel Sarría. Quinto año “D”.

sábado, 10 de mayo de 2014

Pinocho y su abuela (Ensalada de personajes de cuentos de hada)

Pinocho y su abuela
(Ensalada de personajes de cuentos de hada)

Había una vez un niño que se llamaba Pinocho. Vivía con su abuela y para sobrevivir comían insectos.
Un día en que la abuela no se sentía bien y se quedó en la cama, llamó a Pinocho y le dijo:
-Pinocho, al salir de la escuela, tráeme manzanilla para hacerme un té. No te quedes jugando y vuelve pronto.
-Sí, abuela.
Cuando iba a la escuela, Pinocho se encontró con los siete enanitos que estaban preparando una caña para ir a pescar. Uno de los enanitos le dijo:
-Hola, Pinocho, ¿querés acompañarnos a buscar a los tres chanchitos y al lobo que están tomando la leche?
-Vamos –dijo Pinocho, olvidándose de los consejos de su abuela.
Cuando llegaron, Pinocho no alcanzó a dejar las cosas que ya sacó la caña para pescar, se acercó a la orilla para ver los peces y de repente, atrapó uno que era inmenso. Con la fuerza del pez, Pinocho se cayó al agua. Los chanchitos por suerte lo pudieron sacar y lo llevaron pronto a la casa del lobo. Pinocho no dejaba de llorar. Encima se había olvidado de la manzanilla que le había prometido a su abuela para el dolor. Entonces los enanitos le dijeron que se calmara, que ellos iban a llamar al hada de los dientes para que curara a su abuela. Pinocho se calmó y apareció el hada.
-Hola, Pinocho, ¿qué te anda pasando?
-Estoy triste por mi abuelita.
-¿Y qué le ocurre a tu abuelita?
-Está muy enferma y no sé cómo ayudarla.
Entonces el hada decidió ayudarlos. Fue con él, los tres chanchitos, los siete enanitos y el lobo a lo de la abuela. Llegaron a la casita y ella estaba muy preocupada. Pinocho le dijo que no traía la manzanilla pero traía algo mucho mejor: al hada de los dientes que les iba a conceder dos deseos.
-¿Qué es lo que usted desea?
-Convertirme en una abuela de madera.
-Si eso es lo que desea, está concedido.
-Y tú, Pinocho, ¿qué es lo que más deseas?
-Aprender a nadar.
Y así el hada de los dientes y todos sus amigos festejaron por lo que había pasado.

Zoe Campos 1° A

La Bella y el Dragón (Una princesa valiente, un dragón que no mata ni a una mosca y un caballero corrupto)

La Bella y el Dragón
(Una princesa valiente, un dragón que no mata ni a una mosca y un caballero corrupto)

Un día, una bella princesa quiso salir del aburrimiento del castillo y salió a caminar por el campo.
Cuando ya se había alejado un poco, descubrió una gran cueva hecha en la montaña de donde salían unos ruidos extraños. Como era muy curiosa, se acercó para ver qué era lo que ocasionaba tal ruido. A medida que se acercaba se dio cuenta de que esos ruidos no eran más que grandes lamentos de un enorme dragón que se encontraba encadenado en la cueva. Como era muy valiente y no tenía miedo, le preguntó al dragón:
-¿Por qué lloras? ¿Quién te puso aquí?
El dragón, un poco sorprendido de que esta criatura no le tuviera miedo, contestó:
-Un caballero muy malo me encadenó en esta cueva para que yo asuste a quienes él me ordene y así sacar provecho cobrando por su protección. Eso me pone muy triste ya que yo quiero ser libre y que la gente no me tema porque soy un dragón bueno.
La princesa se conmovió ya que en los ojos del dragón se notaba su tristeza. Y le dijo:
-Yo te ayudaré y así podrás escapar del yugo de ese mal caballero.
Tomando una horquilla que tenía en su hermoso cabello abrió el candado que sujetaba al dragón a las cadenas y éste quedó libre.
Tan agradecido quedó el dragón que se ofreció a cuidar a todo el reino y protegerlo de malos caballeros que utilizaban artimañas para su propio provecho.

Martina Bracamonte 1° A

La princesa Olivia (Una princesa que de bella no tiene nada)

La princesa Olivia
(Una princesa que de bella no tiene nada)

En un castillo muy, muy, muy lejano, vivía una princesa no tan princesa. Todos se imaginan una hermosa doncella con ojos azules y rulos dorados desenredados con peines de oro. Pero ella no, era una simple princesa llamada Olivia, no muy linda, con ojos marrones y un pelo que parecía un nido de pájaros.
Un príncipe valiente la buscaba para casarse con ella y heredar el trono de su padre. Él también se imaginaba esa hermosa doncella y no tenía idea de la desilusión que se iba a llevar cuando de verdad viera la princesa que le había tocado.
Una noche el príncipe tuvo que pasar un pantano infectado de ogros que lo secuestraron para sacarle su belleza. El príncipe que era muy apuesto terminó con una cara espantosa, una barriga enorme y piernas flacas y peludas.
La misma princesa Olivia soñó con lo que le había pasado a su legítimo príncipe y salió a rescatarlo. En el camino se encontró con una anciana y le contó lo que había pasado con su príncipe. La anciana le dio una capa mágica que la hacía más fea de lo que era para que los ogros no la quisieran secuestrar.
Al llegar al pantano los monstruos se asustaron y salieron corriendo, cayéndose así a un lago profundo lleno de cocodrilos y serpientes venenosas. Como los ogros murieron, el príncipe volvió a su estado real y la princesa se quitó su capa. Para su sorpresa, ella se convirtió en una hermosa mujer. Se casaron y vivieron felices comiendo perdices.


Sol Albornoz 1° B

Cresstán y Kammerling (El príncipe que rescata al dragón)

Cresstán y Kammerling
(El príncipe que rescata al dragón)

Hace millones de años en el reino de Elgos vivía el príncipe Cresstán, su hijo. Él había heredado la valentía de su padre y la humildad de su madre. Cresstán esperaba un día ser el rey de su tierra pero primero debía pasar por una serie de obstáculos para rescatar al último Dragón de las afueras del reino de su padre. El joven, un día de sol, partió con entusiasmo hacia su destino…
En su camino se encontró con un troll llamado Kemp, que se hallaba cuidando un puente que conducía hacia el otro lado del pastizal, por sobre un río de aguas danzantes. Ya muy cansado el príncipe, después de haber viajado muchos días, le preguntó:
-¿Cómo se llama usted?
-Me llamo Kemp –contestó el troll.
-Mucho gusto, yo soy Cresstán.
-¿Qué está haciendo por aquí, señor?
-Me dirijo hacia las afueras del reino.
-Muy bien pero primero debe pagar un precio –mencionó con misterio el troll.
-Oh, ¿qué precio?
-Un paquete de pañuelos para la nariz –contestó seriamente Kemp.
-Aquí tienes.
-Puedes pasar –dijo con felicidad Kemp.
El príncipe siguió hasta caer la noche hasta que encontró un buen lugar debajo de un árbol para pasar la noche… Al día siguiente despertó en una choza de un hechicero. Él lo había llevado allí, porque la noche anterior era muy peligrosa: había lobos salvajes y mucha niebla. Cuando despertó, el príncipe no sabía dónde se hallaba, miró y miró pero no conseguía saber dónde estaba. De pronto vio resbalar a un viejo tonto con una vieja cáscara de banana y caer al suelo. El viejo era el hechicero llamado Rulick, que le explicaba (mientras desayunaban) su peligrosa situación al joven. Cresstán le comentó que se dirigía a la cueva del Dragón a rescatarlo del peligro de las afueras de su futuro reino.
Rulick, al terminar de desayunar, le entregó una pócima mágica que le servía para convertirse en otro dragón y así poder explicarle a Kammerling, el dragón, que él no tenía ni el más mínimo deseo de hacerle daño y sólo quería protegerlo.
Y así fue. El joven llegó hasta su cueva, tomó la pócima y se convirtió en dragón y se lo explicó. Kammerling aceptó con gran entusiasmo. Luego viajaron hacia el reino de Elgos y mientras viajaban su amistad se fortalecía.
Al llegar, el rey cumplió con su parte del trato al igual que su hijo. Kammerling acompañó al joven en todo su reinado y así como buenos amigos se juraron lealtad y vivieron felices.

Casandra Soria, 1° B