La
valentía de la princesa
Había una vez un
pueblo muy lejano. En él vivía una valiente princesa a la que le
gustaban mucho las guerras y las peleas.
Un día se enamoró de
un caballero del pueblo Muy Muy Muy Cercano. La valiente chica estaba
allí justamente porque el sitio era invadido por una especie de
monstruo, el que era parte unicornio, león y oso. Peleando hasta el
final, el monstruo decidió llevarse al caballero de la princesa.
Para recuperarlo, ella debía pasar por el “Pueblo de los Duendes”,
el “Laberinto de las Flores” y por último “La Cueva del
Monstruo”.
Empezó el recorrido
por el Pueblo de los Duendes. Cuando caminaba, se encontró con un
duende que le dijo:
-Si me dices dónde se
encuentra el tigre, te recompensaré con algo.
Había tres puertas
muy distintas, todas con caras de tigres, menos una que tenía
dibujados colmillos.
-Es ésa -dijo con
valentía la chica.
El duende entreabrió
la puerta y vio un magnífico tigre de bengala con dientes más
brillantes que la luna.
-Toma -dijo el duende- Mi
recompensa es este sombrero.
-¿Esto? ¿Y para qué me
sirve? -dijo ella con cierto enojo.
-¡Te sirve para hacerte
pequeña! -dijo el duende.
Ella confundida tomó el
sombrero y se fue sin decir más.
Siguiendo su aventura,
se encontró con el Laberinto de las Flores, donde se equivocó
muchas veces ya que el laberinto era muy confuso. Se encontró con
una bella pero peligrosa flor que le dijo:
-Si resuelves la
adivinanza te dejaré pasar.
Sin más, ella decidió
aceptarlo.
-¿Qué es eso que es
bello pero peligroso al mismo tiempo?
La valiente princesa muy
confundida se arriesgó a decir:
-Una rosa.
Sorprendida de su
respuesta la flor le dijo que era correcta. Sin embargo, la flor no
quiso dejarla pasar y se desató una feroz pelea, en la cual ganó
nuestra princesa.
Estando cerca ya de su
amado, decidió seguir. Luego de una larga caminata, estaba frente a
la Cueva del Monstruo. Sin otro desafío ni adivinanza, entró sin
ningún permiso. Con el sombrero del duende se hizo muy chiquita y
pasó por debajo de la puerta donde se encontraba el caballero. Pero
cuando lo vio, se dio con que estaba jugando con el monstruo. El
caballero le dijo:
-El monstruo se sentía
muy solo así que me trajo con él.
La valiente princesa
decidió hacerse amiga del monstruo y casarse con el caballero.
Vivieron muy felices y tuvieron muchos hijos parecidos a su madre.
Constanza Alfaro, 1° B