lunes, 13 de julio de 2015

La nariz mágica

La nariz mágica

Érase una vez un hombre que trabajaba en una empresa de autos voladores y tenía un amigo que era un ogro. No era sólo su amigo, sino también su jefe.
Un día encontró una nariz de payaso, pero tenía una dirección del otro lado, y el hombre tan gentil fue a devolverla. Al llegar a la dirección, vio que era un show de abuelitas disfrazadas de payasos. La nariz era de la abuela más joven, pero de aspecto horrible. Cuando el hombre se acercó para darle la nariz, la señora le dijo: “Quédatela. Te contaré un secreto. Esta nariz es mágica y cumplirá los deseos de tus sueños”.
El hombre se fue feliz. Al llegar a su trabajo, el ogro vio cómo muchos deseos se le hacían realidad y tuvo ganas de robarle la nariz. Entonces el hombre se empezó a dar cuenta de que el ogro no era su amigo de verdad porque le quería robar. En ese momento, deseó que la nariz mágica nunca hubiese aparecido y que volviera todo a la normalidad.
Desde ese momento, todo fue más feliz. El hombre todos los días vendía más y más autos, se casó con una súper modelo internacional y fue feliz por siempre.
Magalí Serrano, 1° A

Una princesa poco agraciada

Una princesa poco agraciada

Érase una vez una princesa no tan linda, que estaba encerrada en lo alto de una torre y custodiada por un enorme dragón.
Una tarde, un príncipe y sus compañeros estaban en el bosque cazando liebres. Después de un rato y de haber matado unas cuantas, decidieron volver. En su regreso oyeron una voz muy dulce, que entonaba una linda canción. El príncipe ansioso cabalgó muy rápido, llegó a una torre y en lo alto estaba la princesa en una ventana muy chica, por eso él no llegaba a verla.
Cuando intentó abrir una puerta se escuchó un rugido tenebroso. El caballo se asustó, tiró al príncipe y huyó. Pero igual entró y gritó:
-¿Dónde es que se escucha esa hermosa voz?
-Aquí estoy en lo alto. Sube las escaleras y ten cuidado con el dragón –dijo la princesa.
De repente, una gran llama de fuego fue lanzada hacia el príncipe. El corrió por las escaleras, pero el fuego lo estaba venciendo y sus pierna estaba lastimada. Peleó con su espada y logró cortarle la lengua al dragón que quedó derrotado e indefenso.
El príncipe logró subir, abrió la puerta y allí estaba ella. Era gorda y le faltaban algunos dientes. Ella muy contenta corrió para abrazarlo y el quedó impresionado. La abrazó y salieron para llevarla de regreso a su castillo. La dejó en la puerta y se marchó.
Sofía Patiño, 1° B

Fea en la torre

Fea en la torre

Había una vez una princesa que estaba encerrada en lo más alto de una torre del castillo de Tropoya, pero no era igual a las otras princesas. Era increíblemente fea, gorda y pelada.
Para dejar de una vez ese castillo tenía que ser liberada por un caballero y luego casarse con él, pero cada vez que un caballero se acercaba a liberarla, llegaba a la cima de la torre y cuando le veía la cara salía corriendo, se tiraban por la ventana, etc.
Hasta que un día llegó un caballero con armadura, subió a los aposentos de la princesa, ella lo observó y el caballero se sacó la armadura. Era igual de feo que la princesa. Como sabían que no se iban a casar con nadie más, se casaron y la princesa pudo al fin salir de la torre.
Giuliana Córdoba 1° B

La princesa valiente

La princesa valiente

Había una vez una princesa que se enamoró de un príncipe desde el primer momento en que lo vio. El príncipe estaba atrapado en una torre. La princesa intentó salvarlo, pero aquella torre estaba protegida por un ogro grande, celoso y enojón. El ogro le dijo a la princesa:
-Si quieres rescatarlo tendrás que decirme el secreto del mar.
La princesa le pidió a su madre que la ayudara, entonces la madre le dijo:
-Ve a la costa del Mar Mágico, los peces que nadan en sus aguas te lo dirán.
Tal como su madre dijo, la princesa se subió a su caballo y cabalgó hasta la costa. Allí encontró un pez que sabía hablar.
-¿Qué buscas, princesa?
-Busco el secreto del mar, ¿me lo dirías?
El pez le dio el secreto y sin esperar fue a buscar al príncipe. El ogro lo dejó libre, se casaron, tuvieron un hijo y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Abril Tapia 1° B

El Príncipe Encantador y Rapun-Sin-Cel

El Príncipe Encantador y Rapun-Sin-Cel

Érase una vez un príncipe al que, al nacer, llamaron Encantador. ¡Y sí que lo era! Todo el pueblo encontraba cada vez más repulsivo al niño a medida que crecía. Hasta que un día una princesa entendió lo que nadie sabía. Esa era una niña llamada Rapunzel.
Un día en que ella estaba extremadamente feliz hablando con sus amigas y amigos, fue brutalmente interrumpida por su padre, quien estaba enfadado porque nuevamente era él el que debía responsabilizarse por los actos de su hija.
-Ya tienes edad para controlar y pensar mejor tus acciones, por ende también para responsabilizarte cuando no lo haces -gritó furioso él.
¿Quién sabe qué había hecho esta vez la princesa Rapunzel?, pero poco importaba porque el padre se enfureció aún más al ver la indiferencia que su hija tenía hacia lo que él le decía. Entonces…pum, pam, pum… El señor tomó todo y se lo llevó. La computadora, la televisión, la tablet, todo. La torre quedó vacía, pero cuando su papá quiso quitarle su celular, la audaz jovencita decidió que no lo obtendría sin pelea y, antes de que él pudiera llevárselo, ella marcó el primer número que vio y gritó:
-Auxilio, por favor, ayuda…
Entonces acudió a su torre el joven al que había llamado, quien era nada más y nada menos que Encantador. Al llegar a la torre, Rapunzel le dijo:
-¿De verdad eres tú a quien llamé? Esperaba a alguien más lindo e interesante.
A lo que él respondió:
-Me llamo Encantador y vine porque me llamaste.
La respuesta de la princesa fue una gran carcajada debido a que no entendía que alguien tan feo se llamara Encantador. “Debe ser sarcasmo”, pensó la señorita de forma despectiva, rechazando al príncipe. Pero Rapun estaba sin cel y Encantador era su única posible compañía en ese encierro.
Y así volvemos a donde comenzó nuestra historia. Fue ella, la joven, quien descubrió por qué lo habían llamado Encantador. No era sarcasmo, ni mucho menos una broma de mal gusto. Su nombre era el adecuado porque este joven monarca era la persona más encantadora del mundo, pero como la perfección no existe, para que siga intacto el equilibrio del mundo, era necesario ponerle un rostro feo a una persona tan encantadora. “¡Si no, a Dios no le habrían cerrado los números!”, pensó ella. Ambos jóvenes se enamoraron, se casaron y gobernaron juntos el reino.

Makarena Verde, 1° B

La valentía de la princesa

La valentía de la princesa

Había una vez un pueblo muy lejano. En él vivía una valiente princesa a la que le gustaban mucho las guerras y las peleas.
Un día se enamoró de un caballero del pueblo Muy Muy Muy Cercano. La valiente chica estaba allí justamente porque el sitio era invadido por una especie de monstruo, el que era parte unicornio, león y oso. Peleando hasta el final, el monstruo decidió llevarse al caballero de la princesa. Para recuperarlo, ella debía pasar por el “Pueblo de los Duendes”, el “Laberinto de las Flores” y por último “La Cueva del Monstruo”.
Empezó el recorrido por el Pueblo de los Duendes. Cuando caminaba, se encontró con un duende que le dijo:
-Si me dices dónde se encuentra el tigre, te recompensaré con algo.
Había tres puertas muy distintas, todas con caras de tigres, menos una que tenía dibujados colmillos.
-Es ésa -dijo con valentía la chica.
El duende entreabrió la puerta y vio un magnífico tigre de bengala con dientes más brillantes que la luna.
-Toma -dijo el duende- Mi recompensa es este sombrero.
-¿Esto? ¿Y para qué me sirve? -dijo ella con cierto enojo.
-¡Te sirve para hacerte pequeña! -dijo el duende.
Ella confundida tomó el sombrero y se fue sin decir más.
Siguiendo su aventura, se encontró con el Laberinto de las Flores, donde se equivocó muchas veces ya que el laberinto era muy confuso. Se encontró con una bella pero peligrosa flor que le dijo:
-Si resuelves la adivinanza te dejaré pasar.
Sin más, ella decidió aceptarlo.
-¿Qué es eso que es bello pero peligroso al mismo tiempo?
La valiente princesa muy confundida se arriesgó a decir:
-Una rosa.
Sorprendida de su respuesta la flor le dijo que era correcta. Sin embargo, la flor no quiso dejarla pasar y se desató una feroz pelea, en la cual ganó nuestra princesa.
Estando cerca ya de su amado, decidió seguir. Luego de una larga caminata, estaba frente a la Cueva del Monstruo. Sin otro desafío ni adivinanza, entró sin ningún permiso. Con el sombrero del duende se hizo muy chiquita y pasó por debajo de la puerta donde se encontraba el caballero. Pero cuando lo vio, se dio con que estaba jugando con el monstruo. El caballero le dijo:
-El monstruo se sentía muy solo así que me trajo con él.
La valiente princesa decidió hacerse amiga del monstruo y casarse con el caballero. Vivieron muy felices y tuvieron muchos hijos parecidos a su madre.
Constanza Alfaro, 1° B