martes, 23 de abril de 2013

"Nada Volveria A Ser Igual" - Agustín Sagues (Videopoema)

Este es un videopoema realizado el año pasado por uno de los alumnos de nuestro colegio el cual fue finalista del concurso  «Escribiendo imágenes», organizado por el portal educ.ar, del Ministerio de Educación de la Nación.

http://youtu.be/v1Yp-QxuFH8

martes, 16 de abril de 2013

¡Qué papelón!

Un día fui a comprar a la verdulería. Cuando volvía, vi a unos chicos sentados en el cordón de la vereda. Me puse muy nerviosa y cuando me di cuenta ya estaba en el piso: me di un golpazo. Volaron todas las verduras por la calle y se dañaron algunas. Me puse roja y los chicos se mataban de la risa. Alcé todo y me fui.

Anécdota de Florencia Martínez, 1° A

Una tarde accidentada.

Una tarde salimos de paseo, mi papá, mi hermano y yo. Jugamos toda la tarde. Mi papá sentado en un banco miraba lo que hacíamos. Mi hermano corría unas palomas y yo fui a una hamaca, me subí y tuve la mala suerte de que cuando me hamacaba se cortó la cadena y me caí en medio de un charco de barro.
Mi papá se levantó y me llevó en el auto hasta el hospital. Allí me operaron del brazo y lloré mucho en ese momento, pero ahora me río cuando recuerdo que me caí en medio de todo un charco.

Anécdota de Axel Díaz, 1° A

lunes, 8 de abril de 2013

Una tarde en la guardería.

Cuando tenía tres años, iba a una guardería que se llamaba “Cosquillitas en inglés”. Un día me tenía que llevar mi abuela. Me preparó la mochila y cargó la botella equivocada: en vez de jugo me puso detergente.
Cuando llegó la hora de merendar, yo saqué el jugo y tomé un poco. Esto me hizo vomitar encima de mi compañera de al lado. Las maestras me atendieron hasta que llegó mi mamá. Cuando le mostraron la botella, ella se dio cuenta de que no era jugo y desde ese día me preparó la mochila antes de irse a trabajar.

Anécdota de Ileana Peralta, 1° B

Un pintoresco viaje accidentado.

¡Se nos pasó el colectivo! Así comenzó un accidentado viaje para visitar a mis tíos abuelos que viven en Rayo Cortado, provincia de Córdoba, pueblo que se hiciera muy popular en la letra de una zamba de don Atahualpa Yupanqui.
Estábamos en la terminal de Córdoba esperando el transporte, cuando un señor nos avisó:
-¡Qué esperan! ¡Allá va su colectivo! ¡Se fue!
No importaba, tomaríamos otro en el lapso de una hora.
-¡Bajemos, bajemos, Ana! –decía mi mamá, temerosa de que nos pasáramos de donde habríamos de bajarnos. Mis bolsos sobre mi espalda y el nerviosismo de bajar de un colectivo lleno que arribaba a nuestro destino.
-¡Cuidado, mi espalda, mi pierna! –pero por fin logramos descender del vehículo. ¡Oh, qué sorpresa! Estábamos en el pueblo anterior, distante a 15 km. de nuestro arribo final.
La maravillosa prima de mamá nos salvó, recogiéndonos en su auto.
¡Justo para el almuerzo! Tradicional en la zona de campo es, cuando llegan visitas de la ciudad, faenar un pollo, cosa que para mí era una novedad. La imagen del ave muerta, sin su cabeza, me llevó a almorzar sólo ensalada.
Esperaba con ansias que el día siguiente fuera más tranquilo.

Anécdota de Ana Paula Catalini, 1° A

viernes, 5 de abril de 2013

Un descuido

Cuando yo tenía tres años, en un descuido de mis papás, abrí la puerta, salí a la vereda y me fui a la casa de mi bisabuela. Llegué a la casa de ella, me recibió y me preguntó con quién andaba. Le contesté que sola. Entonces se preocupó y ella se preguntó cómo había llegado ahí.
Mis papás en casa empezaron a buscarme por todos lados, por los rincones, salieron a la calle y me seguían buscando. Mi papá fue a la vuelta, donde vivía mi bisabuela, y me encontró. Entonces ella lo retó, le dijo cómo había dejado que yo saliera a la calle y él dijo que era todo por un descuido.
Anécdota de María Lesta, 1° A

¡Me quedé atrapada!

Recuerdo cuando fui en 6° grado de viaje de estudio a Mendoza. Tenía un baño en la habitación que compartía con cuatro compañeras, que no se cerraba porque la puerta tenía el picaporte roto.
Un día me fui a bañar y puse un banquito para sostener la puerta. Cuando quise salir del baño, al banquito le quedó una pata atrapada en una rotura del piso. Empecé a gritar pidiendo ayuda y no podían abrir la puerta desde afuera por la falta de picaporte, hasta que con fuerza lo saqué y me caí en la bañera. La verdad, me di un susto bárbaro.
Anécdota de Constanza Mazzoleni, 1° A