martes, 25 de octubre de 2016

Un día inolvidable.




                El día 25 de febrero del año 2011, una tarde en la ciudad de Córdoba, Lázaro, mi primo,  cumplió años. Sus papás decidieron realizarle una fiesta en su casa que está ubicada en el barrio de 16 de noviembre. Estela, mi madre, con Luz, mi hermana menor, le compraron un regalo y nos fuimos a compartir su gran día.
                Cuando llegamos sucedió un hecho muy gracioso, pero en ese momento no me pareció tan divertido. Había ido con un vestido muy encantador, blanco con flores rosas, me sentía como una princesita. Pensé que yo iba a ser la única vestida de esa forma.
                Sucedió que fue mi desilusión cuando en la fiesta me encontré una niña que tenía exactamente mi mismo vestido. Yo la miré y ella me miró, nos sentíamos muy incómodas, entonces empezamos a andar en distintos lugares para no estar juntas. Pensamos que la gente se nos iba a reír.
                Mi mamá siempre me acompañó y en ese momento me habló para aconsejarme porque se dio cuenta de la situación que se estaba dando, que yo no la estaba pasando bien.
­­                Hija, disfruta el cumpleaños.
Pero, ma, ella tiene mi mismo vestido.
Vos, hija, sos única como lo es ella.
Bueno, gracias, mami, te amo.
                La empecé a buscar hasta que la encontré. Le hablé y le dije que nos podíamos hacer pasar por mellizas por un día. Por eso dijimos a todos lo que habíamos acordado y la empezamos a pasar genial.

Ivone Mercado 2C

Un día de locos.




       
En un día como cualquiera mi familia y yo fuimos a las sierras  a la casa de mi abuela para visitarla. Ese día estaba con mis primos y les dije:
¿Vamos a dar una vuelta?
Dale, vamos respondieron.
Entonces fuimos, dimos un par de vueltas, visitamos  a esa enorme iguana. Después  nos volvimos a comer. Había que bajar una enorme y larga bajada y entonces salimos corriendo todos. Mis primos pasaron por debajo de un alambre de púa y yo hice lo mismo, pero cuando pasé me corté con el alambre. Después me senté en una silla, cuando vi que mi pierna estaba sangrando me asusté  y la llamé a mi mamá:
¡Ma! ¿Podés venir?
Sí, hija.
¿Qué te pasó?
Me corté con el alambre.
En ese momento mi mamá estaba como loca, entonces a gritos lo llamaba a mi papá:
¡ALBERTO,ALBERTO!
¿Qué pasó?
Natalia se cortó con el alambre, vamos a llevarla al médico.
Mi papá en ese momento manejó como loco y, mientras yo lloraba, mi mamá me consolaba.
Cuando llegamos nos atendieron  enseguida y estaba  acostada boca abajo  cuando  la doctora me dijo:
¿Cómo te llamas?
Naty.
Bueno, Naty, te voy a poner esta gasa con pervinox  para que no sangre  tanto y se te cure la herida, ¿sabés?
Directamente no miré la gasa, observé el agujón que tenía en sus manos y empecé a gritar como loca. Mi mamá  me sujetaba las piernas; una doctora, los brazos y la enfermera, la cabeza.
Al final, me pusieron  la gasa, después  la venda  y  me tranquilicé un poco. Después me fui a mi casa  y me dije a mí misma: “no me acerco más a un alambrado de púa”.

Natalia Zapata 2C

Un día colorido.




                Un día, hace unos 5 años, al fondo de la casa de mi abuela, yo estaba jugando con mi hermana cuando ella dijo:
                —Me gusta pintar las paredes con fibrón.
                Entonces nosotras fuimos a donde estaba mi abuela y le dijimos:
                —Abu, ¿nos das varios fibrones de colores para poder pintar las paredes?
                —¡No, están locas! ¿Cómo me van a rayar las paredes?
                —¿Por qué no? —le dijimos tristes, pero ella no dijo nada más.
Esa noche nuestra hermanita, la más pequeña, también dijo que le gustaba pintar con fibrones. Entonces convenció a mi tío, el mayor,para que nos ayudara a pintar esas paredes.
Nosotras llevamos colores vivos y él llevaba colores oscuros. Esa misma noche hicimos un gran dibujo, pero cuando llegó mi abuela a la casa, se llevó una gran sorpresa. Al fin y al cabo le gustó lo que le habíamos hecho con esos colores.

Paula Palomeque 2C

El patín en la cabeza.



Un sábado a la tarde con mi hermana, Celeste, fuimos a nuestra clase de patín en el predio al que va mí papá. Cuando llegamos nos cruzamos a mi profesora de patín, Paula, y nos dijo:
                ―¡Hola! ¿cómo están?
                ―¡Hola, profe! Estamos bien, gracias.
                ―Bueno, me alegro. Las espero a las 15:30 hs en la pista.
                ―¡Sí, dale!
                Así qué cuando se hizo la hora nosotras nos fuimos a la pista. Cuando terminamos de precalentar Paula nos dejó hacer un juego en patines, habíamos decidido jugar a la atrapadita.
                Mientras jugábamos, a Celeste la estaba por atrapar Juliana, nuestra compañera. Pero Celeste salió de la pista y no pudo frenar, entonces se cayó. Juliana la quería atrapar así que la siguió, pero se le trabó el freno. Como mi hermana todavía estaba ahí tirada le tuvo que pasar por arriba. Cuando Juliana pasó la otra pierna encima de Celeste ella se levantó justo en ese momento y Juliana le pegó con el patín en la cabeza. Fue muy rápido, ninguna de las dos se vio.
                Juliana no vio que mi hermana se estaba levantando y Celeste no vio que ella justo le pasaba por encima. Yo fui rápido a decirle a mi profe que Celeste se había golpeado fuerte en la cabeza. Paula lo llamó al médico y vino corriendo a verla, en ese momento él expreso: "Todo está bien, solo hay que ponerle hielo para desinflamar".
                Al ratito término la clase y fuimos a buscar a mis papás para que le pusieran el hielo. Llegamos, mi mamá vio a Celeste y preguntó:
                ―¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo eso?
                ―Estábamos jugando y le pegaron con el patín en la cabeza sin querer ―le expliqué a mamá.
                ―¿Pero cómo? ¿Cuándo?
                ―Hace un rato en la clase de patín.
                Después de explicarle a mi mamá lo que había pasado se tranquilizó un poco.
                Le dimos el hielo y Celeste dijo que estaba mejor, que se le había desinflamado un poco. Así que nos alegramos, cada vez se le notaba menos el golpe.
Florencia Barrera 2 C