lunes, 13 de octubre de 2014

DDHH. / Fábrica de la India

DDHH
Derechos violados:
  • Derecho a la salud.
  • Derecho a un ambiente sano y equilibrado.
Autora: Romero Florencia.
Cuento: 


 
Fábrica de la India
En un recóndito lugar de la India, donde nadie pensaba en las consecuencias de la contaminación, había una pequeña familia. Estaba conformada por Odín, Caila y su mamá. Vivían en una casa muy humilde, al lado de una fábrica textil en donde la madre trabajaba todo el día para poder darles una buena alimentación a sus mellizos de ocho años.
Los mellizos tenían su rutina, se despertaban y acomodaban la casa rápido para poder jugar hasta las 15 hs, cuando volvía su mamá del trabajo. Acomodaban toda la casa siguiendo la única regla de la mamá: “NO ABRIR LA VENTANAS”, así el humo de la fábrica no entraba. Cuando terminaban de acomodar toda la casa, se sentaban al frente de la ventana de la cocina, que era por la única que se podía ver a la calle. Imaginaban cómo era el mundo exterior. Ellos anhelaban poder salir afuera, a veces unían las sillas e imaginaban que eran los carros de verduras que veían pasar por el frente de su casa.
Una tarde Caila vio un pajarito que volaba hacia la nube de humo, ella estaba concentrada pensando en qué le iba a pasar al pajarito cuando llegara a tocarlo.
¡Ya lo toca!- gritaba Caila muy exaltada.
¿Qué pasa?- Preguntó Odín, que iba corriendo a la ventana y empezó a seguir la mirada de su hermana sin lograr encontrar lo que ella estaba viendo —¿Qué ves?
¡El pajarito! – alterada y saltando lo señalaba.
Cuando el pajarito llegó a la nube de humo comenzó a tambalearse descontroladamente. Caila, sin pensar ni por un segundo en su salud, ni en obedecer a su madre, fue corriendo a rescatar al pobre pajarito lastimado, lo tomó entre sus manos y entró a su casa lo más rápido que pudo.
¿Está muerto?- le preguntaba Caila a su hermano con lágrimas en sus ojos.
Solo está muy lastimado
Es muy lindo, no quiero que muera.
¡Sí, es hermoso! Pero no quiero tocarlo, no me quiero enfermar. No lo tendrías que haber traído, mamá te va a retar.
No lo puedo dejar así, lo voy a cuidar hasta que se mejore.
Bueno, pero no me lo acerques.
De pronto entró la madre, que volvía de trabajar, y les traía una noticia a sus hijos. Caila fue corriendo a su pieza y escondió al pajarito en su armario.
Cerraron la fábrica- le dijo la madre a Odín con lágrimas en sus ojos.
Llegó Caila y su mamá los abrazó muy fuerte.
Dijeron que la fábrica emanaba grases muy tóxicos y nocivos para la salud que también dañaban la capa de ozono… Bueno, no importa, voy a hacer todo lo posible para que todos los días tengan un plato de comida en la mesa, me cueste lo que me cueste- soltó a los mellizos y secó sus lágrimas.
Llegó la hora de comer y la mamá llamó a los chicos para cenar. Caila corrió a la mesa, Odín se lavó las manos y se sentó a la mesa. Mientras comían Caila tenía una tos muy fuerte, la madre preocupada le preparo un té para calmar la tos. Odín pensaba en el pajarito y en la salud de su hermana. Tenía una idea, tenía que deshacerse del ave pero tenía que pensar en cómo hacerlo.
Los mellizos se acostaron a dormir y a la mañana siguiente Odín se levantó de la cama y empezó a jugar con sus “carros de verduras”. La mamá lo vio y empezó a jugar con él, jugaron toda la mañana y Caila no despertaba. Cuando llegó la hora de almorzar, la madre fue a buscarla y notó que tenía todo su cuerpo frío. La madre la destapó y encontró una pequeña ave muerta entre las manos de su hija. Rápido fue a decirle a Odín lo que había visto entre las manos de Caila, entonces él le contó todo lo que había pasado.
Era verdad, culpa de la fábrica podían llegar a morir personas, yo nunca lo creí pero siempre cuidé de que no salieran.
¿O sea que también han muerto más personas? – preguntó Odín.
El hombre que cerró la fábrica dijo que culpa de mi fábrica y otras 99 que cerraron, mueren 9000 personal al año. Cada 100 fábricas, 9000 muertes.
Mami, ¿cuántas son 9000 personas?
La tribu que vive lejos de la ciudad ¿te acordás? Esas personas de carapintada, que tienen los mismos colores en sus vestimentas.
Sí, mami, ¿su tribu es de más de 9000 personas?
Sí, hijito, imaginate si ellos no pasaran más por el frente de nuestra casa, la calle estaría muy vacía. Si todos ellos desaparecieran sería igual a las 9000 personas que mueren por año.

Caligrama 5



Abigail Zarate y Lourdes  Villarreal

Quinto año "B"

Caligrama 4



Kevin González y Jorge Trigo Fossacec.
Quinto año "B"

 

Caligrama 3



Mailén Belén y Nicolás Jaime.
Quinto año "B"

 

Caligrama 2


Julia Pastormerlo y Yésica Salatino.
Quinto año "B"

 

Caligrama 1



Milagros Maidana y Florencia Herrera.
Quinto año "B".