martes, 25 de octubre de 2016

Un día en la plaza.



 

                Hace dos semanas estaba con Lucía, una amiga. Habíamos ido a la plaza y nos encontramos con Sofía, mi mejor amiga. Estábamos charlando en las hamacas y de pronto Lucía se cayó y se lastimó la rodilla, le salía demasiada sangre y tuvimos que ir a su casa así se curaba. Cuando estaba por desinfectarse se dio cuenta de que no tenía curitas, entonces las tres tuvimos que salir a comprarlas. Llegamos a la farmacia, las compramos, volvimos a su casa, se sanó y fuimos de vuelta a la plaza.
Allí Sofía le dijo a Lucía:
                ―Vos quedate acá sentada ―señalando un banco.
                ―Hasta que no me mejore no voy a pararme ―respondió Lucía.
Les dije:
                ―¿Vamos a comprar algo para tomar?
                ―Sí ―dijo Sofía sonriendo― ¡Vamos ahora!
                ―Sí ―dijo Lucía― espérenme, ya vuelvo, voy por plata.
                ― ¿Querés que vaya con vos? ―le pregunté.
                ― Yo las acompaño, no me gusta quedarme sola ―dijo Sofía.
Llegamos al kiosco y elegimos una gaseosa con unas galletas. Llegó nuestro turno y le dijimos al vendedor: “Hola, esto es lo nuestro”, mostrándole lo que habíamos elegido. Pagamos y nos fuimos. Íbamos comiendo hasta que llegamos a mi casa y Sofía y Lucía se fueron.

Daniela Osmerini 2C

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