Hace dos semanas
estaba con Lucía, una amiga. Habíamos ido a la plaza y nos encontramos con
Sofía, mi mejor amiga. Estábamos charlando en las hamacas y de pronto Lucía se
cayó y se lastimó la rodilla, le salía demasiada sangre y tuvimos que ir a su
casa así se curaba. Cuando estaba por desinfectarse se dio cuenta de que no
tenía curitas, entonces las tres tuvimos que salir a comprarlas. Llegamos a la
farmacia, las compramos, volvimos a su casa, se sanó y fuimos de vuelta a la
plaza.
Allí Sofía le dijo a Lucía:
―Vos quedate acá
sentada ―señalando un banco.
―Hasta que no me
mejore no voy a pararme ―respondió Lucía.
Les dije:
―¿Vamos a comprar
algo para tomar?
―Sí ―dijo Sofía
sonriendo― ¡Vamos ahora!
―Sí ―dijo Lucía―
espérenme, ya vuelvo, voy por plata.
― ¿Querés que vaya
con vos? ―le pregunté.
― Yo las acompaño,
no me gusta quedarme sola ―dijo Sofía.
Llegamos al kiosco y elegimos una gaseosa con unas galletas. Llegó
nuestro turno y le dijimos al vendedor: “Hola, esto es lo nuestro”, mostrándole
lo que habíamos elegido. Pagamos y nos fuimos. Íbamos comiendo hasta que
llegamos a mi casa y Sofía y Lucía se fueron.
Daniela Osmerini 2C
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