martes, 25 de octubre de 2016

El peor dia de mi vida.



                Era una tarde como cualquiera, estaba sentada en la vereda tomando un refresco con Lucas, mi amigo. Hablábamos de lo rápido que se habían pasado las vacaciones; de cómo lo bueno pasa tan de repente, mientras las épocas de colegio se hacen eternas; cuando recibí una llamada.
                ¿Valentina? ¿Dónde estás? Necesito decirte algo, pero no por teléfono —dijeron con voz entristecida, como llorosa.
                ¿Quién habla? —respondí.
                Soy yo, Juan, tu tío. Vení lo más rápido que puedas hasta la casa de la abuela.
                Intrigada colgué la llamada y le pedí a Lucas que me llevara hasta la casa de mi abuela.
                Estaba oscureciendo. Cuando íbamos llegando observamos que había mucha gente fuera de la casa, se los notaba muy tristes, uno que otro lloraba.
                ¡Alguien que me explique qué está pasando! —grité con voz llorosa.
                Valen, tranquila... Es que el abuelo sufrió un ataqué al corazón... Los médicos hicieron todo lo que pudieron, pero no lo logró.
                —¡¿Qué?! No puede ser cierto.
                Mi abuelito, ese que todas las mañanas me levantaba con el desayuno en la cama, el que todas las tardes me contaba anécdotas de su infancia en la plaza, estaba muerto.
                Desesperada, sin aliento, salí corriendo hacía la plaza donde tanto adoraba pasar las tardes con él. “¿Por qué Dios? ¿Por qué él? ¡Siempre fue una buena persona, no se merecía algo así, era joven todavía! ¿Por qué?”, me preguntaba una y otra vez, todavía no podía creerlo.
                Luego de unas horas regresé a la casa de mi abuela. Fui hasta su habitación, donde encontré tantas fotos, recuerdos de cada uno de mis hermanos, primos, tíos... Entonces comprendí que él ya había vivido una vida en la que había sido muy feliz, que por más que me doliera tal vez ya era su hora de partir. Después de todo, todos partiremos en algún momento. Y como decía él: "La vida es una sola y hay que disfrutarla hasta el último día".
                Hoy ya pasó un año de aquel triste día en el que recibí esa llamada y aunque él ya no esté entre nosotros yo lo sigo sintiendo presente en cada momento. Eso fue lo que me dijo una vez mi abuelo, que el que una persona no esté físicamente no significa que no se encuentre entre nosotros.

Valentina Pérez 2C

No hay comentarios:

Publicar un comentario