martes, 25 de octubre de 2016

Mis vacaciones.




                Esto ocurrió una mañana de julio al comenzar mis vacaciones de invierno. Mi hermano y yo viajamos a la casa de mis abuelos en la ciudad de Río Cuarto. Al llegar a la terminal de ómnibus nuestro abuelo ya estaba allí esperándonos.
                Hacía más de dos años que no los veíamos y al bajar del colectivo corrimos los dos a sus brazos. Él nos abrazó y nos dijo: “Mis ojos no pudieron cerrarse anoche esperando este momento”. Subimos a su auto y partimos hacia su casa ubicada lejos de la ciudad.
                Cuando estábamos llegando, a lo lejos veíamos a mi tío Raúl alimentando a una gran cantidad de ovejas, el paisaje era maravilloso. Cuando bajamos del auto nuestros ojos se llenaron de lágrimas. Nuestra abuela estaba amasando pan con sus arrugadas manos, pero al vernos llegar inmediatamente abandonó su masa y salió a nuestro encuentro con sus brazos abiertos, nos abrazó y nos dijo que estaba muy feliz de vernos.
                Durante cinco días nos divertimos y escuchamos hermosas historias de nuestros padres.
                Finalmente llegó el día de regreso a casa, fue una despedida llena de lágrimas, abrazos y besos.
                Una vez en el colectivo, al ver a mi hermano en silencio, le pregunté:
                ―¿Qué te parecieron estas vacaciones?
                ―Increíbles ―me respondió y seguimos nuestro regreso a casa.

Facundo Nahuel Ludueña 2C

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