Un
día, hace unos 5 años, al fondo de la casa de mi abuela, yo estaba jugando con
mi hermana cuando ella dijo:
—Me
gusta pintar las paredes con fibrón.
Entonces
nosotras fuimos a donde estaba mi abuela y le dijimos:
—Abu,
¿nos das varios fibrones de colores para poder pintar las paredes?
—¡No,
están locas! ¿Cómo me van a rayar las paredes?
—¿Por
qué no? —le dijimos tristes, pero ella no dijo nada más.
Esa noche nuestra hermanita, la más pequeña,
también dijo que le gustaba pintar con fibrones. Entonces convenció a mi tío,
el mayor,para que nos ayudara a pintar esas paredes.
Nosotras llevamos colores vivos y él llevaba
colores oscuros. Esa misma noche hicimos un gran dibujo, pero cuando llegó mi
abuela a la casa, se llevó una gran sorpresa. Al fin y al cabo le gustó lo que
le habíamos hecho con esos colores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario