Una tarde,
llegaba a mi casa con mi hermana después de haber ido a la escuela. Cuando
llegamos Noe, mi mamá, estaba calentando la casa quemando carbón en un disco.
Este disco era muy grande y en él había demasiado carbón. La casa estaba llena
de humo y tenía sólo dos ventanas abiertas para que el humo saliera.
Con mi hermana
nos pusimos a jugar. Después de unos minutos me empecé a sentir mal, ella
también, entonces me dijo:
―Ya
no quiero jugar más.
―Yo
tampoco ―le
respondí.
Acomodamos o que habíamos desordenado. Flor, mi
hermana, llevó algunos juguetes y yo llevé los que quedaban. Cuando llegué a la
pieza para guardarlos, me senté en una silla frente a la biblioteca y mi cabeza
se cayó sobre una mesa, por eso me hice un chichón en la frente. Como puede, me
levanté y mientras iba a la cocina donde estaba mi mamá me desmayé.
Después de unos
quince segundos sentí que alguien me levantaba del piso, era mi mamá que decía:
―¿Qué
pasó? ¡Levantate!
Me levanté, mi
mamá empezó a lavarme la cara con agua fría y reaccioné.
Mi mamá nunca más
prendió carbón en un disco, y mucho menos adentro de la casa. Tiempo después
nos mudamos a un hogar que tenía salamandra y hasta ahora en invierno nos
calentamos con esto.
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