Estábamos ambos sentados en una plaza
como todos los jueves. Jamás me había preguntado en tantos años lo que había
ocurrido en Chile en el año 78 y fue en ese momento en el que me dijo:
—Sé que no es un tema fácil, pero
creo que tenemos la confianza suficiente como para que te pregunte.
—Sí, amigo, preguntame -le dije.
—Sé que los años que viviste en Chile
no fueron buenos en tu vida, es por eso que decidí investigar y voy a necesitar
que me cuentes lo que te ocurrió.
—Amigo, es una etapa de mi vida que
he decidido borrar, los culpables tarde o temprano van a pagar.
—Bueno, pero yo necesito que me
cuentes.
—Lo que sí te puedo contar es que fui
una víctima más, al igual que otras 40.000 personas más.
—40.000 es un número bastante grande
y sabés que con los números no soy muy bueno.
—Entonces vamos a hacer una cosa, te
vas a imaginar una cancha, dije una cancha porque sé que el fútbol es tu
deporte favorito. Sabemos que está compuesta por dos plateas y dos populares. Vamos
a imaginarnos la cantidad de butacas que contiene una platea y las que contiene
una de las populares. Si logramos llenar todos esos espacios te vas a dar
cuenta de que ya tenemos 35.000 butacas.
Ahora vamos a enfocarnos solo en la cuarta parte de la segunda platea con sus
respectivas butacas y por fin llegamos a la cifra de 40.000. ¿Mucho, no?
—La verdad, es una cifra muy grande.
Teniendo este dato voy a comenzar mi investigación.
—Espero que te haya sido útil y que
sepas disculparme por lo que no quise recordar.
—No, amigo, no hay ningún problema,
respeto tu decisión.
Agustina González
Gino Robledo
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