viernes, 4 de julio de 2014

Herencia de sangre

Herencia de sangre 

En un lejano país, Inglaterra, un hombre llamado Ignacio Bermúdez se removía nervioso en su bote. En toda la tarde no había pescado nada. El frío comenzaba a sentirse, por eso, tuvo que moverse hacia la costa, bajo la arboleda. La noche estaba por caer. Dejó el bote, subió a su automóvil y se dirigió a la vieja mansión de su tío Bernard, donde él se hospedaba.
La vieja casa guardaba un gran misterio entre sus jardines llenos de laberintos. Se decía que en ciertas noches de tormenta y cuando se escuchaban aullidos de espanto de lobos a lo lejos, aparecía un hombre alto, delgado y de apariencia fría. Su rostro era de un terror espeluznante con grandes colmillos. Se alimentaba de sangre humana.
Ignacio, perturbado por tales rumores, decidió investigar un poco y se dirigió a la biblioteca familiar. Bajó las escaleras despacio tratando de esquivar las telarañas que se le enredaban en la ropa. Tropezó con una enorme puerta con raros dibujos y signos. Con la garganta seca y las manos temblorosas, abrió y no pudo creer lo que vio. Había un enorme ataúd blanco rodeado por una jauría silenciosa que lo custodiaba. Ignacio sólo quería salir de allí y de repente una voz escalofriante le dijo:
-No puedes huir, eres de mi descendencia.
El muchacho no podía creer lo que oía… Era el tío Bernard. Ignacio se rehusó a ser un horrible criminal como su tío, pero ya era tarde. Comenzó a sentir su cuerpo helado y su alma desvanecida no proyectaba sombra ni se reflejaba en el espejo. Se sentía sediento de sangre. Ya no había salvación. Sería el próximo en acechar los jardines de la mansión.
Camila Facchini 1° A

No hay comentarios:

Publicar un comentario