¡Se nos
pasó el colectivo! Así comenzó un accidentado viaje para visitar a
mis tíos abuelos que viven en Rayo Cortado, provincia de Córdoba,
pueblo que se hiciera muy popular en la letra de una zamba de don
Atahualpa Yupanqui.
Estábamos
en la terminal de Córdoba esperando el transporte, cuando un señor
nos avisó:
-¡Qué
esperan! ¡Allá va su colectivo! ¡Se fue!
No
importaba, tomaríamos otro en el lapso de
una hora.
-¡Bajemos,
bajemos, Ana! –decía mi mamá, temerosa de que nos pasáramos de
donde habríamos de bajarnos. Mis bolsos sobre mi espalda y el
nerviosismo de bajar de un colectivo lleno que arribaba a nuestro
destino.
-¡Cuidado,
mi espalda, mi pierna! –pero por fin logramos descender del
vehículo. ¡Oh, qué sorpresa! Estábamos en el pueblo anterior,
distante a 15 km. de nuestro arribo final.
La maravillosa prima de mamá nos salvó, recogiéndonos en su auto.
¡Justo para el almuerzo! Tradicional en la zona de campo es, cuando
llegan visitas de la ciudad, faenar un pollo, cosa que para mí era
una novedad. La imagen del ave muerta, sin su cabeza, me llevó a
almorzar sólo ensalada.
Esperaba con ansias que el día siguiente fuera más tranquilo.
Anécdota de
Ana Paula Catalini, 1° A
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